jueves, 22 de mayo de 2014

Dietas milagro y cuentos de hadas: parecidos razonables


Las fórmulas mágicas para adelgazar cautivan a millones de personas. Como los cuentos infantiles, tienen el enorme poder de ilusionar. Entusiasman, maravillan. Ofrecen finales felices, cambios inmediatos y conquistas duraderas. Las dietas milagro son cuentos también. Se dirigen a un público adulto, pero ávido de magia y crédulo, como los niños. Operan sobre el resorte de la fantasía, la imaginación y el deseo, y es allí donde le ganan el pulso a los datos, las investigaciones científicas o las recomendaciones nutricionales que se apoyan en el rigor. ¿Qué otras similitudes existen entre unas tramas y otras? El siguiente artículo analiza las numerosas semejanzas entre las dietas milagrosas y los cuentos de hadas.


Dietas milagrosas: magia y fantasía que cautiva

¿Por qué triunfan las dietas milagrosas? ¿Cuál es el secreto de su éxito? Por alguna razón, millones de personas caen en ellas cada año, las siguen a rajatabla y obedecen sus consejos. Incluso quienes han leído sobre sus riesgos y saben que están desaconsejadas acaban probándolas alguna vez. "No pierdo nada por intentarlo", pensarán, aunque en el fondo sepan -o intuyan- que están poniendo en riesgo su salud y haciéndole daño al bolsillo. ¿Qué provoca que una dieta milagrosa obnubile a tanta gente? Su parecido con los cuentos infantiles podría explicar esta fascinación. La mayor parte de los adultos saben que no hay varitas mágicas; sin embargo, el resto del relato es tan real, tan verosímil, que cuando menos, despierta al dragón de la duda.
"Había una vez una inocente niña llamada Willendorf, que se perdió en un bosque. Pese a que estaba hambrienta, no se atrevía a comer las manzanas de los árboles, ya que su madrastra le había dicho que la fruta contenía mucho azúcar. Pasó cerca de una casita de chocolate, de la que sí comió hasta hartarse, pues en aquellos días un trovador de su pueblo entonaba el siguiente verso: 'estudio confirma que el chocolate no engorda'. Sin embargo, Willendorf, tras meses sin moverse de la casa y sin dejar de comer tejas de chocolate, engordó y engordó hasta enfermar. Entonces se dijo: 'Será cosa de la genética, buscaré un hada para solucionarlo'. Pero, cuando se disponía a buscarla, un mezquino brujo, disfrazado de médico, se cruzó en su camino y le susurró: 'Si me sigues, te enseñaré una pócima con la que perderás peso rápidamente, para siempre y sin esfuerzo'. Y Willendorf le siguió". Este modesto relato sirve para darse cuenta de que los cuentos de hadas y las dietas milagro tienen muchas cosas en común.

Las manzanas siempre están envenenadas

La madrastra de Willendorf le hace creer que comer manzanas engorda. Y es que quizá la manía que tienen tantos falsos gurús de clasificar las frutas dentro de los alimentos a limitar o a "disociar" venga de relatos como el de Adán y Eva -o de las muchas versiones del cuento de Blancanieves, en el que un mordisco a una manzana envenenada basta para mandarla al otro barrio-. Sea como fuere, el consenso español de prevención y tratamiento de la obesidad no da la razón a la madrastra de nuestro cuento, al afirmar que la prevención dietética del aumento de peso sí puede modularse mediante dietas con un alto contenido de fruta y hortalizas. Es un mito que las frutas engordan.

Artículo de:  http://www.consumer.es/web/es/alimentacion/aprender_a_comer_bien/curiosidades/2014/05/20/219940.php

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