Una sobreacidez puede llegar a ser una
condición peligrosa que debilita todos los sistemas del cuerpo. Es muy
común hoy en día y afecta a un 95% de las personas. Probablemente seas
uno de ellos sin siquiera saberlo. El equilibrio del pH puede afectar a
todos los procesos en nuestro cuerpo. Cuando tenemos un exceso de
ácidos, estos deben de ser neutralizados con reserva alcalina y la
reducción de estas reservas hace más débil al cuerpo.
El exceso de ácido en la dieta acaba con el calcio
Cuando el cuerpo es demasiado ácido,
trata de equilibrarse tomando calcio de dondequiera que pueda haber (por
lo general de los huesos), que conduce a la osteoporosis, problema que
afecta a 200 millones de mujeres en todo el mundo. La investigación ha
demostrado que el 98% de la población tiene deficiencias en calcio.
El calcio es uno de los minerales más
importantes para el funcionamiento normal de todo el cuerpo. De hecho,
es el número uno en cantidad que necesita el cuerpo humano entre todos
los minerales. Con la edad, la persona promedio tiene cada vez más
agotado su calcio. A los 40 años de edad, más del 50% de las personas
están gravemente deficientes en calcio, y a la edad de 60 años, más del
90%. Probablemente nunca serás capaz de obtener el suficiente calcio si
tu cuerpo está ácido, debido a lo utilizará para intentar eliminar la
acidez. Si estás pensando en tomar suplementos, por favor lee el
siguiente artículo para entender por qué es importante tomar calcio
orgánico. El exceso de calcio inorgánico en la dieta causa problemas en los huesos
Reacción del cuerpo frente a una dieta ácida
Cada parte del cuerpo está diseñada para
mantener el equilibrio ácido/alcalino como la respiración, circulación,
digestión y producción de hormonas. El exceso de ácido causa estrés en
el cuerpo y provoca respuestas en forma de enfermedades como el acné,
eczema, osteoporosis, cáncer, enfermedades cardiovasculares,
envejecimiento prematuro, pérdida de cabello, uñas quebradizas,
problemas de salud mental, irritación, hinchazón, inflamación,
enfermedad hepática, insuficiencia renal, psoriasis, fatiga, tos y
resfriados frecuentes, síndrome premenstrual, trastornos del humor,
obesidad, cándida, diabetes tipo II, pie de atleta, bajo deseo sexual,
mareos, etc.
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