lunes, 23 de septiembre de 2013

Cuidar nuestro corazón para vivir más y mejor


Las enfermedades que producen más mortalidad son las enfermedades cardiovasculares. Pero, además, puede ser mucha la disminución de la calidad de vida que comporta padecer una enfermedad de este tipo. Las personas que sufren, por ejemplo, un infarto o un ictus pueden verse severamente discapacitadas. 
La base sobre la que se asienta la enfermedad cardiovascular es la arteriosclerosis, que nos afecta a todos y de diferente manera en las distintas partes del cuerpo: el corazón, los riñones, el cerebro, las piernas… Sin embargo, muchos de los factores de riesgo cardiovascular son modificables. Conseguir introducir hábitos de vida saludables y, si es necesario, tomar determinados medicamentos puede reducir radicalmente el riesgo.
Dr. Pere Beato Fernández, médico de familia y miembro del Grupo de Trabajo de Hipertensión Arterial de Semergen, reflexiona acerca los factores de riesgo cardiovascular y da las claves para que los pacientes vivan más y mejor.
¿Y cuáles son esos factores cardiovasculares?
Los no modificables son, principalmente, la edad -cuanta más edad, más riesgo- y la herencia genética -los antecedentes familiares de enfermedad cardiovascular también aumentan el riesgo-.
Los factores más importantes sobre los que podemos actuar son el tabaquismo, la hipertensión arterial, los niveles elevados de colesterol o triglicéridos en sangre, la diabetes o los niveles altos de glucosa en sangre, la obesidad y el sedentarismo.
El problema es que la mayoría de estos factores son invisibles: no producen molestias o limitaciones o, si lo hacen, se instauran lentamente. Eso no ayuda al enfermo a sentir la necesidad de tratarlos.

El tratamiento parece obvio…
Obvio, pero no por ello fácil. Un tercio de la población fuma y, a pesar de los evidentes beneficios que supone dejarlo, conseguirlo cuesta mucho.
Más de la mitad de la población de más de 60 años es hipertensa y aproximadamente 1 de cada 5 personas mayores es diabética. Vivimos en una sociedad sedentaria y en la que cada vez hay más obesos.
Cambiar hábitos no es fácil. Si consiguiéramos introducir el ejercicio físico en nuestras vidas y mezclarlo con las actividades de la vida diaria, muy probablemente disminuiría nuestro peso y tendríamos menos riesgo de ser hipertensos, diabéticos y la cifra del colesterol de nuestra sangre disminuiría. Pero, o no tenemos tiempo para hacer ejercicio, o nos da pereza.
En cuanto a la dieta, casi todo el mundo sabe cómo comer saludablemente. Lo importante que es nutrirse con vegetales, pescado o aceite de oliva y evitar el consumo excesivo de bollería industrial, embutidos o fritos y, sin embargo, el seguimiento de estas normas es muy a menudo deficiente.

Artículo de: La Vanguardia

No hay comentarios:

Publicar un comentario